Sept cent millions de chinois
Et moi, et moi, et moi
Avec ma vie, mon petit chez-moi
Mon mal de tête, mon point au foie
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie
Quatre-vingt millions d'indonésiens
Et moi, et moi, et moi
Avec ma voiture et mon chien
Son Canigou quand il aboie
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie
Trois ou quatre cent millions de noirs
Et moi, et moi, et moi
Qui vais au brunissoir
Au sauna pour perdre du poids
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie
Trois cent millions de soviétiques
Et moi, et moi, et moi
Avec mes manies et mes tics
Dans mon petit lit en plume d'oie
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie
Cinquante millions de gens imparfaits
Et moi, et moi, et moi
Qui regarde Catherine Langeais
A la télévision chez moi
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie
Neuf cent millions de crève-la-faim
Et moi, et moi, et moi
Avec mon régime végétarien
Et tout le whisky que je m'envoie
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie
Cinq cent millions de sud-américains
Et moi, et moi, et moi
Je suis tout nu dans mon bain
Avec une fille qui me nettoie
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie
Cinquante millions de vietnamiens
Et moi, et moi, et moi
Le dimanche à la chasse au lapin
Avec mon fusil, je suis le roi
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie
Cinq cent milliards de petits martiens
Et moi, et moi, et moi
Comme un con de parisien
J'attends mon chèque de fin de mois
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie
http://youtu.be/GRaAghtPFRE
La gracia es un fuego divino
" La gracia es un fuego divino un poder cósmico que recorre nuestro ser, calma nuestro cuerpo, inspira nuestro pensamiento, cura nuestro dolor físico, impide que suframos accidentes, guía nuestro viaje interior. La gracia es el indescriptible aliento de Dios que penetra en nuestro ser cuando oramos. La gracia es energía que invocamos para ayudar a otra persona que necesita consuelo, curación o inspiración. Para aceptar la gracia, sea consciente de su presencia en su vida. Tenga en cuenta la realidad de sus sustancia divina"
Las siete Moradas
Hace unos 2500 años, Platón advertía que “La música es una ley moral. Dota de alma al universo, de alas a la mente, permite a la imaginación volar, da encanto y alegría a todas las cosas, a la vida misma”. Pero entre las bondades que adjudica acertadamente a este arte, uno de los grandes iniciados de la antigua Grecia olvidó mencionar que también, como dice el viejo adagio, la música es medicina.
Recientemente publicamos una serie de beneficios que la música aporta a nuestra mente, entre ellos mitigar la ansiedad y acentuar la alegría. Sin embargo, de acuerdo a un nuevo análisis de 400 reportes científicos anteriores, el cual realizaron psicólogos de la McGill University, en Canadá, parece que hoy tenemos argumentos contundentes para postular a la música como una efectiva herramienta de sanación.
Curiosamente, al menos desde que el hombre tuvo acceso a reproducir música con cierta autonomía, supongo que mediante el fonógrafo, la música ha sido uno de los medicamentos que mayor auto-prescripción han inspirado. ¿Cuántos de nosotros no recurrimos cotidianamente a incentivar o matizar un estado anímico, para calmarnos o para excitarnos, dosificándonos con un cierto track para ello? Y si bien desde hace tiempo se emplean estímulos musicales dentro de contextos médicos, por ejemplo para favorecer la relajación o disminuir el dolor físico, lo cierto es que hasta ahora este era un recurso de algún modo ‘intuitivo’.
Las conclusiones obtenidas a partir de este extenso análisis fueron publicadas por Mona Lisa Chanda y Daniel Levitin, bajo el título The Neurochemistry of Music. Los autores lograron identificar cuatro áreas médicas en las que la música puede servir concretamente:
1. Recompensa, motivación y placer: por ejemplo, ayudar a tratar desórdenes alimenticios.
2. Estrés: reducir ansiedad.
3. Inmunidad: fortalecer nuestro sistema inmunológico
4. Afiliación social: facilitar la construcción de lazos afectivos y la cooperación.
Dichas áreas están conectadas con sus respectivos sistemas primarios neuroquímicos: dopamina y opiáceos, cortisol, serotonina y oxitocina.
Entre el acervo de estudios que determinaron diversas bondades neuromusicales, Chanda y Levitin reportan, por ejemplo, quince estudios que prueban que la música relajante reduce la presencia de cortisol (la hormona que produce el estrés) en las personas. También citan otra investigación que confirmó que participar en sesiones colectivas de percusiones revierte ciertos efectos del envejecimiento. Pero tal vez el más preciado ‘re-descubrimiento’, es un estudio donde se prueba que aquellos pacientes que escucharon música placentera previo a recibir una cirugía mostraron menores niveles de ansiedad incluso frente a aquellos pacientes a quienes se dosificó Valium en circunstancias similares.
Esto último sugiere la posibilidad de que la música se consolide como una herramienta terapéutica en sustitución de las decenas de fármacos que en la actualidad se consumen masivamente (anti-depresivos, ansiolíticos, etc), eludiendo así los efectos secundarios de estas sustancias y evitando que familias desembolsen sistemáticamente dinero para surfear el ánimo en esta era de la post-post modernidad.
Creo que el gran valor de este análisis que repasa cientos de estudios sobre la relación entre mente y música, es que no solo atrae nuevamente el reflector a las virtudes terapéuticas del ‘arte del sonido’, sino que realmente podría inaugurar una era de medicina musical, en la cual este instrumento se adopte no solo como complemento, sino como un elemento protagónico en distintas circunstancias y procesos médicos.
Desde hace varios años abandoné relativamente el hábito de escuchar la radio. Mi argumento ha sido que, al reconocer una significativa influencia de la música en mi estado de ánimo, era absurdo legar esa responsabilidad a un tercero. Los días melancólicos en los que quiero penetrar aún más ese estado, entonces recurro, por mencionar un ejemplo, a música de Cocteau Twins o las suites para chelo de Bach. En cambio, si lo que quiero es hackear esa tendencia anímica, para envolverme en un animo proactivo, entonces me receto algo más en la línea de Violent Femes o incluso el Papua Nueva Guinea, de FSOL. Si la premisa es la oneironáutica, me incentivo con algo como Casino Versus Japan, y si lo que necesito es una sanadora instrospección entonces me voy por algunas piezas de dark ambient. Para nutrir la noche con ligereza despierta prefiero el jazz, tal vez Coltrane, si se trata de invocar lucidez entonces opto por Biosphere o los selectos trabajos ambientales de Aphex Twin, pero si lo que necesito es, en cambio, un poco de arrojo nihilista, entonces no dudo por hacer sonar a Velvet Underground o Violent Femes.
Independientemente de tus gustos musicales (supongo que la mejor es la que más te gusta), el punto es aprovechar, pragmáticamente, las virtudes de la música como herramienta de modulación anímica, ejercicio que ahora ha sido re-confirmado por la ciencia, y que en la práctica ha resultado siempre deliciosamente efectivo.
Recientemente publicamos una serie de beneficios que la música aporta a nuestra mente, entre ellos mitigar la ansiedad y acentuar la alegría. Sin embargo, de acuerdo a un nuevo análisis de 400 reportes científicos anteriores, el cual realizaron psicólogos de la McGill University, en Canadá, parece que hoy tenemos argumentos contundentes para postular a la música como una efectiva herramienta de sanación.
Curiosamente, al menos desde que el hombre tuvo acceso a reproducir música con cierta autonomía, supongo que mediante el fonógrafo, la música ha sido uno de los medicamentos que mayor auto-prescripción han inspirado. ¿Cuántos de nosotros no recurrimos cotidianamente a incentivar o matizar un estado anímico, para calmarnos o para excitarnos, dosificándonos con un cierto track para ello? Y si bien desde hace tiempo se emplean estímulos musicales dentro de contextos médicos, por ejemplo para favorecer la relajación o disminuir el dolor físico, lo cierto es que hasta ahora este era un recurso de algún modo ‘intuitivo’.
Las conclusiones obtenidas a partir de este extenso análisis fueron publicadas por Mona Lisa Chanda y Daniel Levitin, bajo el título The Neurochemistry of Music. Los autores lograron identificar cuatro áreas médicas en las que la música puede servir concretamente:
1. Recompensa, motivación y placer: por ejemplo, ayudar a tratar desórdenes alimenticios.
2. Estrés: reducir ansiedad.
3. Inmunidad: fortalecer nuestro sistema inmunológico
4. Afiliación social: facilitar la construcción de lazos afectivos y la cooperación.
Dichas áreas están conectadas con sus respectivos sistemas primarios neuroquímicos: dopamina y opiáceos, cortisol, serotonina y oxitocina.
Entre el acervo de estudios que determinaron diversas bondades neuromusicales, Chanda y Levitin reportan, por ejemplo, quince estudios que prueban que la música relajante reduce la presencia de cortisol (la hormona que produce el estrés) en las personas. También citan otra investigación que confirmó que participar en sesiones colectivas de percusiones revierte ciertos efectos del envejecimiento. Pero tal vez el más preciado ‘re-descubrimiento’, es un estudio donde se prueba que aquellos pacientes que escucharon música placentera previo a recibir una cirugía mostraron menores niveles de ansiedad incluso frente a aquellos pacientes a quienes se dosificó Valium en circunstancias similares.
Esto último sugiere la posibilidad de que la música se consolide como una herramienta terapéutica en sustitución de las decenas de fármacos que en la actualidad se consumen masivamente (anti-depresivos, ansiolíticos, etc), eludiendo así los efectos secundarios de estas sustancias y evitando que familias desembolsen sistemáticamente dinero para surfear el ánimo en esta era de la post-post modernidad.
Creo que el gran valor de este análisis que repasa cientos de estudios sobre la relación entre mente y música, es que no solo atrae nuevamente el reflector a las virtudes terapéuticas del ‘arte del sonido’, sino que realmente podría inaugurar una era de medicina musical, en la cual este instrumento se adopte no solo como complemento, sino como un elemento protagónico en distintas circunstancias y procesos médicos.
Desde hace varios años abandoné relativamente el hábito de escuchar la radio. Mi argumento ha sido que, al reconocer una significativa influencia de la música en mi estado de ánimo, era absurdo legar esa responsabilidad a un tercero. Los días melancólicos en los que quiero penetrar aún más ese estado, entonces recurro, por mencionar un ejemplo, a música de Cocteau Twins o las suites para chelo de Bach. En cambio, si lo que quiero es hackear esa tendencia anímica, para envolverme en un animo proactivo, entonces me receto algo más en la línea de Violent Femes o incluso el Papua Nueva Guinea, de FSOL. Si la premisa es la oneironáutica, me incentivo con algo como Casino Versus Japan, y si lo que necesito es una sanadora instrospección entonces me voy por algunas piezas de dark ambient. Para nutrir la noche con ligereza despierta prefiero el jazz, tal vez Coltrane, si se trata de invocar lucidez entonces opto por Biosphere o los selectos trabajos ambientales de Aphex Twin, pero si lo que necesito es, en cambio, un poco de arrojo nihilista, entonces no dudo por hacer sonar a Velvet Underground o Violent Femes.
Independientemente de tus gustos musicales (supongo que la mejor es la que más te gusta), el punto es aprovechar, pragmáticamente, las virtudes de la música como herramienta de modulación anímica, ejercicio que ahora ha sido re-confirmado por la ciencia, y que en la práctica ha resultado siempre deliciosamente efectivo.
Escrito por Rocio Salazar
“Y YHVH iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles” (Éxodo 13:21)
...Salir de Egipto fue para Israel un asunto de vida o muerte, como lo es para nosotros hoy. Dejar el sistema es la única forma de ser verdaderamente libres. Debemos separarnos para El y caminar sin temor por el desierto seguros de que Su ángel estará con nosotros a lo largo de todo el camino. “Porque no abandonará YHVH a su pueblo, ni desamparará su heredad” Salmo 94 : 14
Gracia – G5485 = Járis =
Gracia – G5485 = Járis = Específicamente, la influencia divina en el corazón, y su reflejo en la vida.
Ahora miremos a quienes llama por testigos – “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” – Deuteronomio 30:19
Ahora miremos a quienes llama por testigos – “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” – Deuteronomio 30:19
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