para mira escucha
DIOS TIENES EL CONTROL TENGO LOS OIDOS DE MI CORAZON ABIERTOS DAME EL QUERER Y EL HACER QUE MI VIDA SEA UN ALAVANZA A TI CADA INSTANTE DIRIGE MI MIRADA MI SENTIR
interesa más que Dios escuche a escuchar a Dios?
Se pretende convencer a Dios del plan que se ha trazado. querer que Él estampe Su firma en el plan que se presenta. Una vez oí a alguien decir: «No se trata de presentar tu plan a Dios para que Él lo apruebe con Su firma, ni aun de estar dispuesto a que te presenten el plan de Dios para que tú lo firmes, sino de dar el paso de firmar una hoja en blanco y dejar que Él la llene sin saber siquiera cuál va a ser Su plan».
Una chiquilla exclamó una vez al oír ronronear a su gatito dormido: «¡Mira, mamá, el gatito se quedó dormido y dejó el motor en marcha!» ¡Es muy posible andar muy atareado y estar al mismo tiempo espiritualmente dormido, sin llegar a ninguna parte, «como quien golpea el aire»! (1 Corintios 9:26.) Porque a menos que guardemos silencio y tratemos de buscar al Señor, ¿cómo vamos a oír lo que nos dice Él? Estoy plenamente convencido de que he oído hablar más al Señor estando a solas y en silencio que de ninguna otra manera. Cuando estamos a solas Él nos puede hablar. En esos momentos podemos dedicarle toda nuestra atención, escucharlo y reverenciarlo como se merece. La voz del Señor es un silbo delicado y apacible. Al mismo tiempo es muy clara, muy firme y muy amorosa. ¡Pero si hacemos mucho ruido no la oiremos! (V. 1 Reyes 19:12; Isaías 30:21.)
¡El único momento en que se le puede escuchar es cuando uno se queda quieto y guarda silencio! ¡Dios casi nunca grita! Cuando se pone a gritar, ya es tarde. Cuando llega al punto en que tiene que gritarte para que lo oigas, por la bulla tan grande que estás haciendo, es probable que ya esté tan enojado, que sea demasiado tarde. Si no hacemos ningún caso de los gritos, ¡nos da un golpe repentino que lo trastorna todo para que no tengamos más remedio que escucharle!
Por eso tiene Dios que tumbar a tanta gente por medio de accidentes, enfermedades o la muerte de un familiar: para que se detenga un poco a escuchar (V. Salmo 119:67). Una de las pocas ocasiones en que mucha gente del mundo deja de correr y se detiene lo necesario para escuchar al Señor es cuando asiste a un entierro.
¡Que el Señor nos ayude a guardar silencio ante Él y escucharle! Si no pasas momentos tranquilos con el Señor, ¡no sé cómo podrás realizar tu labor! Si de verdad quieres escuchar al Señor, Él te hablará.
¡Si quieres oír al Señor, de algún modo, en algún momento, en alguna parte tendrás que pasar un rato en silencio, a solas! En el Salmo 46, versículo 10, Él dice: «Estad quietos, y conoced que Yo soy Dios». ¿Has aprendido a permanecer en silencio delante del Señor, a manifestarle tu veneración? ¿Cuántos momentos de silencio dedicas a aprender a estar callado? «En quietud y en confianza será vuestra fortaleza» (Isaías 30:15). ¿Sabes lo que quiere decir confianza? ¡Es fe! ¡El hecho mismo de guardar silencio es señal de que tenemos fe! ¡Demuestra que estamos a la expectativa de que Dios haga algo, en vez de tratar de hacer las cosas nosotros mismos!
Cuando no sepamos qué hacer, ¡parémoslo todo! ¡Guardemos silencio y esperemos a que Dios haga algo! ¡Lo peor que podemos hacer cuando no sabemos qué rumbo tomar es seguir adelante! ¡Ese fue el error del rey Saúl, que le costó el reino! Siguió como si nada, aun cuando ignoraba qué hacer. ¡Creía que tenía que mantenerse ocupado y seguir adelante a toda costa! (V. 1 Samuel 13:7-14.)
Se pretende convencer a Dios del plan que se ha trazado. querer que Él estampe Su firma en el plan que se presenta. Una vez oí a alguien decir: «No se trata de presentar tu plan a Dios para que Él lo apruebe con Su firma, ni aun de estar dispuesto a que te presenten el plan de Dios para que tú lo firmes, sino de dar el paso de firmar una hoja en blanco y dejar que Él la llene sin saber siquiera cuál va a ser Su plan».
Una chiquilla exclamó una vez al oír ronronear a su gatito dormido: «¡Mira, mamá, el gatito se quedó dormido y dejó el motor en marcha!» ¡Es muy posible andar muy atareado y estar al mismo tiempo espiritualmente dormido, sin llegar a ninguna parte, «como quien golpea el aire»! (1 Corintios 9:26.) Porque a menos que guardemos silencio y tratemos de buscar al Señor, ¿cómo vamos a oír lo que nos dice Él? Estoy plenamente convencido de que he oído hablar más al Señor estando a solas y en silencio que de ninguna otra manera. Cuando estamos a solas Él nos puede hablar. En esos momentos podemos dedicarle toda nuestra atención, escucharlo y reverenciarlo como se merece. La voz del Señor es un silbo delicado y apacible. Al mismo tiempo es muy clara, muy firme y muy amorosa. ¡Pero si hacemos mucho ruido no la oiremos! (V. 1 Reyes 19:12; Isaías 30:21.)
¡El único momento en que se le puede escuchar es cuando uno se queda quieto y guarda silencio! ¡Dios casi nunca grita! Cuando se pone a gritar, ya es tarde. Cuando llega al punto en que tiene que gritarte para que lo oigas, por la bulla tan grande que estás haciendo, es probable que ya esté tan enojado, que sea demasiado tarde. Si no hacemos ningún caso de los gritos, ¡nos da un golpe repentino que lo trastorna todo para que no tengamos más remedio que escucharle!
Por eso tiene Dios que tumbar a tanta gente por medio de accidentes, enfermedades o la muerte de un familiar: para que se detenga un poco a escuchar (V. Salmo 119:67). Una de las pocas ocasiones en que mucha gente del mundo deja de correr y se detiene lo necesario para escuchar al Señor es cuando asiste a un entierro.
¡Que el Señor nos ayude a guardar silencio ante Él y escucharle! Si no pasas momentos tranquilos con el Señor, ¡no sé cómo podrás realizar tu labor! Si de verdad quieres escuchar al Señor, Él te hablará.
¡Si quieres oír al Señor, de algún modo, en algún momento, en alguna parte tendrás que pasar un rato en silencio, a solas! En el Salmo 46, versículo 10, Él dice: «Estad quietos, y conoced que Yo soy Dios». ¿Has aprendido a permanecer en silencio delante del Señor, a manifestarle tu veneración? ¿Cuántos momentos de silencio dedicas a aprender a estar callado? «En quietud y en confianza será vuestra fortaleza» (Isaías 30:15). ¿Sabes lo que quiere decir confianza? ¡Es fe! ¡El hecho mismo de guardar silencio es señal de que tenemos fe! ¡Demuestra que estamos a la expectativa de que Dios haga algo, en vez de tratar de hacer las cosas nosotros mismos!
Cuando no sepamos qué hacer, ¡parémoslo todo! ¡Guardemos silencio y esperemos a que Dios haga algo! ¡Lo peor que podemos hacer cuando no sabemos qué rumbo tomar es seguir adelante! ¡Ese fue el error del rey Saúl, que le costó el reino! Siguió como si nada, aun cuando ignoraba qué hacer. ¡Creía que tenía que mantenerse ocupado y seguir adelante a toda costa! (V. 1 Samuel 13:7-14.)