Como difícil es sobrevivir sin agua, difícil es sobrevivir a esta vida tan agitada sin la oración.
En el libro de Romanos, Pablo escribe en el capítulo 12, versículo 12:
“Alégrense en la esperanza,
muestren paciencia en el sufrimiento,
perseveren en la oración.”
muestren paciencia en el sufrimiento,
perseveren en la oración.”
Me gustaría empezar a comentar este versículo contigo, pero de “atrás pa’ lante”.
Si perseveramos en la oración, o sea, si nos mantenemos comunicados con Dios, nuestra perspectiva de los problemas, de nuestras decisiones, y el enfoque de la vida misma, tendrá un filtro celestial que nos permitirá conducirnos de una manera muy diferente a lo que sería continuar viviendo con el impulso de nuestra ansiedad o de nuestros propios esfuerzos.
La oración te ayuda a desahogarte.
Te relaja.
Te da perspectiva.
Te hace sentirte en manos seguras.
Te eleva a las dimensiones de Dios.
Te revela los planes del Padre para ti.
Te corrige.
Te endereza tus pasos.
Te libera.
Te lleva a otro nivel.
Te equipa y te prepara para lo que sea.
La oración es como una fuente, que no se agota, que te refresca el alma y que fortalece tu corazón.
Que trae claridad a tus pensamientos y que te conecta a Dios, en todo momento, a cualquier hora del día.
Funciona con muchas o con pocas palabras. Pero siempre funcionaAmarilis Rivera