EN AMOR POR SIEMPRE

TIEMPO PARA DISFRUTAR
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que
se quiere debajo del cielo tiene su hora:
Tiempo de nacer y tiempo de morir,
tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado,
tiempo de matar y tiempo de curar,
tiempo de destruir y tiempo de edificar,
tiempo de llorar y tiempo de reír,
tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar,
tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntarlas,
tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar,
tiempo de buscar y tiempo de perder,
tiempo de guardar y tiempo de tirar,
tiempo de rasgar y tiempo de coser,
tiempo de callar y tiempo de hablar,
tiempo de amar y tiempo de aborrecer,
tiempo de guerra, y tiempo de paz.”
Eclesiastes 3:1

En todo lo puro, noble, (lleno de amor fraternal), respetable, honesto, digno, justo, amable, agradable en todo lo digno de admiración, honorable, en fin, todo lo que sea excelente: si hay virtud alguna o merezca elogio: EN ESO PENSAR
Filipenses4:8

Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
porque el es en realidad como piensa dentro de si

Proverbios 23:7
CATARSIS DIARIA

Meditar no solamente es sentarnos horas y horas y poner nuestra mente en blanco, una verdadera meditación es aquella que se refleja en todos los actos de nuestra vida; la verdadera meditación comienza desde que despertamos, y los demás actos son una continuación de ella.No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer.
Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán.


"Espada del Espíritu". Efesios 6:17

Sacar tiempo para nutrirse, inspirarse, diserniendo de cada autor todo aquello que nos de calidad de vida y nos haga mas amorosos...

LOVE IS THE ANSWER
EL AMOR ES LA RESPUESTA
TIEMPO DE PERSEVERAR
SIEMPRE ES TIEMPO DE DAR GRACIAS POR TODO




tiempo para la buena fe

Catalina Valencia R

Fe viviente

Tomado de Dinámicas para la vida 
por Charles Fillmore

Debemos cultivar la fe interna y la comprensión en la vida omnipresente. El ser humano que está centrado en la fe no mide sus pensamientos ni sus actos según el estándar del mundo externo. Quienes están conscientes espiritualmente tienen los ojos abiertos. Ciertas cosas existen en el Espíritu y se vuelves sustanciales y reales para quien permanece, piensa y vive en la fe.


Concéntrate en la fe 
La fe es la base de todo lo que el ser humano hace. Debemos concentrar la fe en lo invisible, en las cosas verdaderas, las cosas del Espíritu. ¡Qué maravillosas serían nuestras demostraciones! ¡Cuán efectivos nos volveríamos utilizando el poder del Espíritu!

Debemos elevar nuestra fe a lo más alto en nosotros y descansan en la “seguridad” o sustancia de su realidad. La comprensión espiritual revela la universalidad de todas las cosas.

La palabra, la imaginación y la fe obran juntas. No solamente debes practicar una idea; debes también darle forma al infundir en ella la sustancia de tu fe viviente.

Si quieres hacer las obras de Dios, debes seguir a Cristo. Si quieres elevarte de lo físico, debes tener fe en Dios y cultivar esa fe por medio de la afirmación de tu poder y fe espirituales. El Padrenuestro es una afirmación continua de principio a fin.


Demostración    
Esto son los tres pasos en toda demostración: El reconocimiento de la Verdad como lo es en principio; mantener la idea; y reconocer su manifestación. Ora creyendo que has recibido y recibirás.

Dios es nuestro recurso. Todas las cosas nos son provistas por nuestro Padre. Es necesario cultivar estas ideas considerándolas diariamente en todo lo que hacemos. Por medio de la oración y la meditación en el silencio acerca de palabras de Verdad podemos abrir tanto nuestra conciencia a la presencia interna divina que la comprensión, el amor y el poder necesarios pueden sernos dados para capacitarnos a manifestar en nuestra vida los buenos resultados que deseamos ver manifestados. Esto es mucho mejor que esperar a ver las demostraciones por parte de otros antes de creer e intentar manifestar demostraciones por nosotros mismos. Con el aumento de la fe en la mente de la persona se produce un avivamiento de todos sus pensamientos a causa del influjo de Verdad. La fe verdadera en Dios se separa de todas las creencias negativas.

Dios nunca está ausente de ti. Toma forma constantemente en tu vida según el patrón exacto de tus palabras, pensamientos y acciones. En el momento en que tus palabras y expresiones den la talla al amor de Dios por ti, demostrarás.

Catalina valencia R



 


Los pensamientos son semillas    
Los pensamientos son semillas que, cuando se dejan caer o se plantan en la mente subconsciente, germinan, crecen y dan fruto a su debido tiempo. Mientras más claramente comprendamos esta verdad mayor será nuestra habilidad de plantar semillas que producen frutos deseables. Después de la siembra las plantas necesitan cuidado. Luego de utilizar la ley debemos aferrarnos a su cumplimiento. Ésta es nuestra parte. Dios da el aumento. Debes trabajar en orden divino y no esperar la cosecha antes de que la tierra haya sido preparada o la semilla plantada. Ahora tienes los frutos de cosechas anteriores. Cambia tus pensamientos, que son semillas, y cosecha lo que deseas. Algunas dan fruto muy rápidamente, otras más lentamente, pero todas en orden divino.

Dios no hace cosas en nosotros contra nuestra voluntad, del mismo modo que la voluntad actúa tanto en el consciente como en el inconsciente. Sin embargo, no importa cuanto pueda parecer que el mundo ha fallado en su intento original, esto nunca es cierto. Continúa y entra donde se le deja.


La facultad de la fe 
La idea de que la fe es algo que tiene que ver sólo con nuestra experiencia religiosa es incorrecta. La fe es una facultad de la mente que encuentra su expresión más perfecta en la naturaleza espiritual. Para manifestar plenamente nuestro carácter ella debe ser desarrollada en todas sus tres fases. Es autoevidente que es un poder. Las personas que tienen fe en sí mismas logran mucho más que quienes no creen en su habilidad. Llamamos a esto fe en sí mimo o confianza innata. La confianza es una forma de fe. La creencia es otra de las expresiones de la fe.

En Espíritu, la fe está relacionada con la sustancia o seguridad omnipresentes. Por medio de la meditación el ser humano hace más liviana la mente interna y recibe más de lo que puede expresar con palabras. La fe puede ser extendida en la conciencia en toda dirección. Ella logrará cosas maravillosas si es avivada y se le permite la libre expresión en su plano original. Donde la fe esté centrada en cosas externas, los resultados no son dignos de mencionarse. Los seres humanos los han llamado suerte, accidente, azar, etc. Tales encantos parecen funcionar por un rato, luego cambian repentinamente, así que es evidente que no están bajo ninguna ley perdurable.

Las personas intelectuales no hacen milagros por medio de la fe. Ellas limitan su alcance a lo que el intelecto dice que es ley. Cuando la fe es ejercitada profundamente en la conciencia espiritual es cuando encuentra su lugar correcto, y bajo ley divina, sin variación ni desilusión, produce resultados que parecen milagrosos. La perseverancia se necesita en nuestro uso de la fe hasta que hagamos conexión consciente con los planos más altos de conciencia.

Aunque nuestra fe sea tan pequeña como la semilla más pequeña, surgirá y demostrará su poder para llevar a cabo cada deseo al cual se la infundemos.


Ver por fe 
El poder de ver en Espíritu es peculiar a la fe. En su expresión interna este poder es la vista; interiormente es lo que percibe la realidad de la sustancia del Espíritu. Ver mentalmente es conocer; discernimos mentalmente.

Ten fe en lo que haces. Después que esté hecho, no te condenes. Todos buscamos la felicidad y la satisfacción y sabemos por experiencia que somos felices cuando estamos en armonía con nuestro medio ambiente. Hay una gran variedad de ideas que nos causan inarmonía. Pensamos que si tenemos dinero y amigos podemos ser felices; pero las cosas no hacen la felicidad. Nuestra actitud mental hacia las cosas es lo que armoniza nuestra relación con ellas. Mientras comprendamos mejor la sustancia innata del mundo a nuestro alrededor, más lo apreciamos.


La habilidad de la fe 
La fe es siempre activa. Debería estar hecha de la sustancia de verdad de cada idea. Debemos tener fe en nuestro propio poder, en nuestra propia capacidad y habilidad. Si vamos a tener esta fe nuestros pensamientos deben estar centrados en la gran Mente universal. El éxito radica en Dios. Lo que quiera que no sea fe es pecado. Lo que quiera que sea fe no es pecado. El pecado es errar el blanco. Erramos el blanco por no tener fe.

Un poquito de fe a menudo produce resultados sorprendentes. Las fuerzas invisibles están mucho más cerca de lo que pensamos. Cuando dirigimos nuestra atención en su dirección la respuesta generalmente es tan pronunciada y rápida que no podemos evitar sentir que se ha producido un milagro. Una relación personal más íntima con la ley divina nos convence que bajo ella todas las cosas son posibles si sólo creemos, y si al mismo tiempo conformamos nuestros pensamientos a su principio.

Constantemente estamos haciendo condiciones por medio de nuestros pensamientos. En toda nuestra experiencia no debemos condenar nada que venga a nosotros ni nada de lo que hagamos. Conocemos la ley. Obedezcámosla y no hagamos surgir ninguna condición adversa por nuestros pensamientos de condenación. Cualquier cosa que estés haciendo, sé feliz en ella. Obtienes los resultados de tus actos, según tu fe. Sé sabio; no declares nada como malo y sólo el bien vendrá a ti.

Ten fe en la bondad innata de todos los seres humanos y todas las condiciones. No condenes, no importan cuán grande la provocación. Lo que piensas, lo creas en tu conciencia. Amplía tu rango de visión y podrás ver el bien en lo que ahora ves el mal. Dios es bueno y Dios está en todo, de aquí que no puede haber otra condición real sino el bien. ¿Por qué malgastar nuestro tiempo combatiendo el mal?


Pensamiento con fe
El poder más importante del ser humano es la facultad de pensar con fe. Todos tenemos la facultad del pensamiento localizada en la cabeza, desde la cual enviamos pensamientos buenos, malos e indiferentes. Si somos educados y moldeados según el patrón ordinario de la familia humana, podemos vivir cierto número de años y nunca tener un pensamiento original. La facultad del pensamiento en la cabeza es alimentado con las creencias de segunda mano de nuestros antepasados, las creencias dominantes de la raza, o la materia prima gastada del remolino social ordinario. Esto no es pensar con fe. El pensar con fe sólo lo hace quien ha logrado ver las verdades internas del Ser, y quien alimenta su facultad del pensamiento con imágenes generadas en el corazón.

Pensar con fe no es un proceso meramente intelectual, basado en el razonamiento. Quien piensa con fe no compara, analiza ni saca conclusiones de premisas conocidas. No toma en consideración las apariencias. No está influenciado por los precedentes. Su pensamiento da forma, sin objeción ni cuestionamiento, a ideas que provienen directamente de la fuente eterna de la sabiduría. Su percepción interfiere sobre lo espiritual y él sabe.

Cuando ha habido el deseo de aspirar y alcanzar a la vida espiritual, la facultad de la fe se activa en el subconsciente. La fe espiritual incluye la seguridad infalible y la respuesta inmediata. La fe en la realidad de lo invisible edifica una sustancia verdadera y moradora en la mente y el cuerpo. Todo tipo de ideas crecen rápidamente cuando son plantadas en esta sustancia rica de la mente.

No hay sino una sola fe. El medio de expresión determina el carácter y el poder de ella. La confianza es una marca más barata que la fe, pero la confianza es mejor que la desconfianza. Las personas quienes simplemente confían en el Señor no comprenden la totalidad de la ley. Si tuvieran comprensión afirmarían la presencia y el poder de Dios hasta que la sustancia misma del Espíritu apareciera en conciencia.


Palabras de fe
Las palabras de fe deben ser expresadas de manera tanto silenciosa como audible. El poder de la palabra hablada es comprendido someramente. La palabra es la idea creativa en la Mente Divina, la cual puede ser expresada por el ser humano cuando éste ha cumplido la ley de expresión. Todas las palabras son formativas, pero no todas las palabras son creativas. La palabra creativa toma posesión de la sustancia y el poder del Espíritu.

La palabra de fe tiene una fuerza interna. Esta fuerza se precipita hacia delante y produce transformaciones sobresalientes en el mundo de los fenómenos. No es necesario que quien toque la fe comprenda toda la maquinaria intrincada con la cual hace contacto. Afirmar la actividad de este súper poder lo avivará en la conciencia.


Creer
Si un ser humano cree cabalmente que puede hacer algo, a la larga encontrará una manera de hacerlo. La mente genera una energía que contacta la energía universal y hace que las circunstancias y acontecimientos se alineen para el logro del ideal latente. Llega a este manantial interno de fe y podrás hacer lo que Jesús hizo. La creencia está relacionada estrechamente con la fe. Es una aceptación interna de que una idea como verdad. La creencia funciona tanto consciente como inconscientemente. Muchas creencias falsas, tanto de la persona como de la raza, están muy activas bajo el nivel consciente. Para borrar estos errores ocultos es necesario un programa intenso de negaciones.


La fe de Jesús    
Jesús no ostentó un poder exclusivo y sobrenatural, el cual le acreditamos. Él había explorado la sustancia espiritual, la cual Él llamó “el reino de los cielos”. Su comprensión estaba más allá de la del ser humano promedio. Sin embargo, Él sabía y dijo que otros seres humanos podrían hacer lo que Él hacía si tenían fe.


Jesús animó a Sus seguidores a que Lo tomaran como un ejemplo de fe y utilizaran el poder del pensamiento y la palabra. La curación divina se debe a la aplicación de la misma ley que Jesús utilizó. En la mayoría de los casos, Él pidió que las personas a quienes sanó tuvieran fe. Con esta fe como punto de contacto mental y espiritual, Él liberó la energía latente en la estructura atómica de la persona que tenía la necesidad de ser sanada y la que fue restaurada a la vida y a la muerte.